OPINIÓN | Huella de carbono: brújula para la eficiencia, escudo contra riesgos y herramienta para innovar

Este artículo destaca que la huella de carbono es la puerta para una transformación profunda, convirtiendo riesgos en oportunidades, ineficiencia en ahorro y una buena reputación en una ventaja competitiva tangible.

OPINIÓN SOSTENIBLE16/10/2025 Autor: Alejandro Padrino*
Huella de Carbono implicaciones y beneficios
La huella de carbono opera en dos planos interconectados: como enfoque de gestión y como indicador de impacto.

La lucha contra el cambio climático dejó de ser una declaración de buenas intenciones para convertirse en una necesidad estratégica inaplazable. La huella de carbono, esa cifra que usamos para cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de una organización, producto o servicio, es hoy la puerta de entrada para una transformación profunda, convirtiendo riesgos en oportunidades, ineficiencia en ahorro y una buena reputación en una ventaja competitiva tangible.

El consenso científico sobre el origen antropogénico del calentamiento global coloca la responsabilidad, y la capacidad de actuar, en manos de gobiernos, empresas y ciudadanos. Si bien la sostenibilidad surgió como un deber ético, en el mercado actual calcular y gestionar la huella ya no es solo "hacer el bien" por simple altruismo, sino una decisión de negocio con efectos directos: ahorro de costos, reducción de riesgo regulatorio, acceso a mercados exigentes y mejora indiscutible de la imagen corporativa.

Desde este punto de vista, la huella de carbono opera en dos planos interconectados: como enfoque de gestión y como indicador de impacto.

Enfoque de gestión

Como enfoque de gestión, medir la huella obliga a una radiografía completa de la operación de la organización, lo que implica mapear procesos, cadenas de suministro y consumos energéticos.

Este ejercicio genera dos beneficios operativos inmediatos:

  • Mejora de la eficiencia: La trazabilidad de emisiones actúa como un espejo, revelando puntos de pérdida no solo de carbono, sino también de energía, materiales y eficiencia logística, listos para ser optimizados.
  • Gestión de riesgos de transición: Permite a la empresa anticipar los golpes futuros, ya sean cambios regulatorios, nuevos impuestos al carbono o el cambio de preferencias del cliente. Adaptarse a tiempo reduce la exposición y facilita una estrategia más resiliente.

Además de lo práctico, la capacidad de medir transmite un valor intangible pero real a stakeholders, lo que brinda prestigio, profesionalismo, control de procesos y madurez en el manejo de datos complejos.

Indicador de impacto

Como indicador de impacto, la huella resume en una sola métrica la eficiencia y el impacto climático de una entidad. Bien interpretada, permite comparar unidades de negocio, productos y procesos, y monitorizar el progreso año a año.

Sin embargo, es clave entender su contexto: una cifra aislada puede ser engañosa. Lo útil es siempre acompañarla de indicadores complementarios como la intensidad por unidad de producción o el coste por tonelada evitada.

Asimismo, medir solo por medir no paga facturas. La transformación real ocurre cuando se utilizan los datos para priorizar intervenciones rentables. Un método probado para esto es el Análisis de Costos Marginales de Abatimiento (MACC).

Esta herramienta ordena todas las posibles medidas de reducción de emisiones según su coste por tonelada de CO₂ evitada. De esta manera, una organización puede identificar con precisión las “ganancias rápidas”, que están en aquellas medidas que combinan una alta reducción de impacto con una rápida recuperación de la inversión.

Camino claro y metódico

Para avanzar en este tema de la huella de carbono, el camino es claro y metódico:

  • Mapear y medir: Se inicia con un inventario detallado de emisiones (alcances 1, 2 y 3) basado en datos verificables.
  • Construir el MACC: Se listan las posibles acciones, estimando su coste, vida útil, ahorro operativo asociado y el volumen de emisiones evitadas.
  • Priorizar con inteligencia: Las medidas se eligen no solo por la reducción de emisiones, sino por sus co-beneficios, dando prioridad a las que reducen emisiones y gastos, e incrementan la resiliencia operativa.
  • Implementar y medir resultados: Se establecen indicadores de seguimiento y responsabilidades claras.
  • Comunicar con transparencia: Informar los avances, retos y la metodología utilizada es fundamental para ganar la confianza de clientes, inversionistas y reguladores.

De esta manera, el enfoque va más allá de la sostenibilidad, porque descubre inversiones que mejoran la productividad y el flujo de caja, transformando el gasto en una inversión inteligente.

El contexto venezolano

Si consideramos el contexto venezolano en este tipo de análisis y priorización de medidas, se añade una capa de complejidad adicional que no podemos ignorar.

El desafío principal es la política de subsidios energéticos y de insumos. Cuando la energía o los combustibles están fuertemente subsidiados, el incentivo financiero inmediato para adoptar medidas de eficiencia se debilita, aun cuando estas medidas tengan claros beneficios operativos y ambientales.

Esto exige un enfoque de gestión más creativo, centrado en los co-beneficios operativos, lo que implica justificar inversiones basándose en la reducción de interrupciones -cortes de servicio eléctrico-, menor mantenimiento, o mejor calidad del producto, más allá del ahorro energético.

Otras estrategias clave incluyen: buscar financiamiento externo o esquemas de performance contracting, donde el ahorro proyectado paga la inversión; y priorizar medidas fuera del alcance de los subsidios, como la optimización logística, la gestión de residuos o las compras sostenibles.

Además, es una ventaja prepararse para políticas futuras, pues la regulación y las expectativas de mercado cambiarán, por lo que que estar listos convierte una debilidad actual en una potencial ventaja competitiva futura.

Beneficios para el negocio

Más allá del balance de emisiones, la gestión de la huella aporta beneficios que definen la longevidad de un negocio:

  • Acceso a clientes y mercados: Ciertos clientes y cadenas de valor global ya exigen criterios de sostenibilidad a sus proveedores.
  • Atracción de capital: Mejora el posicionamiento frente a inversionistas que integran criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) en sus decisiones.
  • Mayor resiliencia: Fortalece la capacidad de la organización para resistir las fluctuaciones en los precios de la energía, los cambios regulatorios o las interrupciones en la cadena de suministro.

Consideraciones finales

Considerando todo esto, la huella de carbono deja de ser un número frío cuando se integra en la gestión diaria. Se convierte en la brújula para la eficiencia, en el escudo contra riesgos y en la herramienta para innovar.

Para las organizaciones, especialmente en contextos complejos como el venezolano, el reto no es solo medir, sino traducir esa información en decisiones rentables y sostenibles. Medir es solo el primer paso, priorizar, invertir y comunicar son realmente las acciones que convierten las toneladas de CO₂ en valor real.

Alejandro Padrino - Consultor de Sostenibilidad y Cambio Climático - Venezuela
*Alejandro Padrino es ingeniero venezolano, Consultor en Sostenibilidad y Cambio Climático.
Linkedin: https://www.linkedin.com/in/alepadrino/

 

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